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miércoles, 25 de julio de 2012

Ilusa (mini relato)

Ella estaba sola, más sola de lo que podría nadie imaginarse. Lo ocultaba tras sonrisas falsas y risas amargas, mientras por dentro lloraba ríos de lágrimas día tras día. Pero entonces...entonces apareció él, el que ella consideró su salvador, el que le sacaría de sus tinieblas para hacerla feliz como tanto había deseado desde que le habían roto el corazón en mil pedazos.
Empezaron a intimar y él la trataba como una princesa del mejor cuento de hadas que se hubiese escrito. Comenzó a reconstruir su corazón roto consiguiendo que volviera a latir, pero esta vez por él, por su nuevo amado.
Él comenzó a ser su vida, todo lo demás le daba igual, solo quería pasar los días a su lado, besándole, abrazándole, dándole todo el amor que se encontraba en su interior, sin mentiras, sin dolor...todo era absolutamente maravilloso.
Pero entonces, un día él cambió, sin entender ella cómo ni por qué, pero cambió. Ella no paraba de pensar que había hecho algo mal, que había cometido un error con su amado, aunque intentaba hacerlo todo lo mejor posible...dio igual, porque él ya nunca volvió a ser el mismo.
Los días tornaron completamente distintos a los que ya habían vivido, él comenzó a ser frío con ella, a darle largas para no verla incluso. La muchacha no entendía nada, sólo sentía un dolor incalculable en el pecho por el vacío que su amado le hacía cada día más pronunciado.
Finalmente todo terminó. Tras tiempo sin verse ante las largas que él le ponía siempre hablaron, y todo acabó. Ella se quedó completamente destrozada. No entendía nada, le amaba, quería estar con él, no podía creer que ya no fuese a volver a verlo ni a sentir su calor.
Ahora ella solo sentía dolor, un dolor que le oprimía el pecho y causaba horas y horas de llantos inconsolables que quedaban escondidos en la intimidad de su habitación. Se le quitaron las ganas de todo, de estudiar, de comer, de salir...de vivir.
Pasaba el tiempo y seguía abatida por el dolor, sin poder levantar cabeza, por lo que se dio cuenta de que su vida había llegado a su fin con aquella relación.
Se vistió por última vez, cogió una fuerte cuerda y se dirigió al campo más cercano de madrugada, para que nadie pudiera detenerla. Cuando encontró un árbol con las ramas fuertes y poco iluminado lanzó la cuerda por encima de una de sus ramas y la ató a esta, dejando el otro extremo colgado. Se subió a un trozo de madera que encontró, colocó la cuerda alrededor de su cuello y sin pensarlo ni un instante saltó.
Al día siguiente lo encontraron allí, colgado, aquel cuerpo sin vida pero con una sonrisa en el rostro. Al fin era libre y su dolor había terminado. Al fin estaba tan muerta por fuera como ella se sentía por dentro desde que aquel muchacho le destrozó el corazón.

"On Abatar Ura Masarakato On-Gataru"

martes, 24 de julio de 2012

Flores (mini relato)

Volvía a clase como todos los días a través del parque. Iba absorto en sus pensamientos cuando de pronto escuchó un dulce cantar proveniente de entre los arbustos. Fue como si el cantar le hipnotizase y no pudo evitar asomarse a mirar quien era la dueña de aquella maravillosa voz.
Era una joven muchacha que se encontraba sentada en el césped. Él no había entendido hasta ese momento que era lo que cantaba la muchacha debido a que solo apreciaba la melodía, pero entonces pudo comprender que cantaba a las flores.
La chica no paraba de acariciar los pétalos de una gran variedad de flores que había a su alrededor, y el chico pudo contemplar, asombrado, como los colores de dichas flores se intensificaban al roce de sus dedos, y no solo eso, si no que los capullos se habrían con un solo soplo de aquella preciosa y misteriosa muchacha.
Él no entendía nada, no creía posible lo que sus ojos veían, pero sin embargo allí estaba la chica, poniéndose en contacto con la naturaleza con su dulce e hipnotizadora voz.
No paraba de repetirse que no debía estar allí, pero no podía dejar de contemplarla, no quería dejar de escuchar jamás aquella canción. Pero entonces el muchacho pisó una rama seca, la cual crujió y provocó que la muchacha se asustase, dejase de cantar al instante y todas las flores de su alrededor se cerrasen de nuevo recuperando también su color natural.
Le miró asustada, y ante sus ojos, la muchacha se esfumó transformándose en millones de gotas de agua que se fundieron entre el césped que bajo ella se encontraba.
El chico se quedó mirando a donde se encontraba ella atónico, sin ser capaz de pronunciar palabra alguna, sin entender nada. No paraba de pensar que lo que acaba de ver era imposible, que debía haber sido una ilusión, ó imaginaciones suyas a causa del cansancio.
Finalmente, tras largo rato tirado entre los arbustos intentando encontrar coherencia en los hechos que acababa de vivir, se dio cuenta del largo rato que llevaba allí, por lo que se levantó y continuó su camino.
Aquel día fue el primero que comenzó a pensar en ella, aquel último día de primavera.
Los meses siguientes no pudo quitarse a aquella misteriosa muchacha de la cabeza. Todos los días pasaba por el parque en su busca, no solo donde la había visto por primera vez, sino por todos los rincones de este la buscaba, ansiaba volver a contemplar su belleza y escuchar su voz angelical, pero pasaron los días, las semanas, los meses...y finalmente el chico se dio por vencido muy a su pesar, y se convenció de que realmente aquella chica tuvo que ser una imaginación y que no podía ser real, aunque en su corazón sabía que ella existía y que nunca podría olvidarla.

A la primavera siguiente el muchacho seguía manteniendo su ruta diaria para volver a casa, pasando por el parque, cuando de pronto, volvió a escuchar aquellas notas que creía perdidas para siempre, aquella preciosa voz con la que soñaba cada noche. No podía creerlo, era ella, había vuelto al fin, sabía que no se equivocaba aunque hiciese un año que no escuchaba a aquella linda muchacha.
Rápidamente volvió a introducirse entre los matorrales del parque y efectivamente, allí estaba ella, cantando de nuevo a sus flores, que brillaban con los colores más vivos que se podrían imaginar y abrían sus capullos al son de la canción de la muchacha.
Esta vez él hizo ruido debido a los deseos de volver a contemplar el precioso rostro con el que había soñado día tras día desde la primavera anterior, pero esta vez la chica al verle no se asustó, sino que le sonrió sin dejar de cantarle a sus flores.
El chico se quedó tirado en el suelo junto a ella sin dejar de mirarla cantar durante horas, sonriendo como no lo había hecho nunca.
Finalmente se hizo de noche y la chica dejó de cantar. Inmediatamente las flores comenzaron a cerrarse lentamente y sus colores volvieron a ser los de siempre, los que el chico había visto durante meses mientras buscaba a aquella bella chica.
Ella se acercó al chico y se sentó junto a él, sin decir palabra alguna, solo mirándole y sonriéndole, hasta que finalmente él, tímidamente, se atrevió a hablarle:
-He estado buscándote...durante meses, desde aquel día el año pasado que nos vimos, ¿dónde...dónde has estado? - dijo nervioso esperando que aquella linda muchacha no volviera a esfumarse como la última vez.
-Tuve que irme... - dijo la muchacha con su angelical voz, tan bella como cuando cantaba a sus flores y semejante a su belleza física - ojalá aquel día...hubiese podido despedirme de ti... - añadió tímidamente.
-Pero yo...te asusté...lo vi en tu rostro...pensé que por eso no habías vuelto, porque te di miedo y no querrías volver a verme... - al decir estas palabras el chico no pudo evitar bajar su rostro fijando su mirada apenado en el césped que se encontraba entre ellos.
-No...es decir, sí...me asustaste, pero todo este tiempo... - dijo mientras colocaba su delicada mano en la barbilla del muchacho haciendo que este alzase de nuevo el rostro y la mirase fijamente a los ojos - no has dicho nada de lo que viste...de lo que se hacer...de lo que soy...me has demostrado que no tuve porque asustarme...y por eso hoy, el primer día de primavera...he vuelto aquí, porque sabría que aquí volveríamos a encontrarnos... - tras estas palabras no pudo esconder una amplia sonrisa de pura felicidad la cual él apreció y acompañó con otra.
-Deseaba tanto volver a verte...he soñado contigo desde aquel día...noche tras noche he escuchado tu dulce voz y he visto tu incomparable belleza en mis sueños ansiando que llegase este momento en el que te volviera a ver y pudiera decirte...que te amo, lo supe desde aquel día, y cada día que ha pasado desde entonces ese sentimiento se ha reforzado enormemente... - su corazón latía a gran velocidad por los nervios que le provocaban haber dicho esas palabras tan abiertamente temiendo que ella le tomase por un loco y no quisiera volver a verle jamás.
-¡Te amo! - dijo rápidamente al notar el miedo que él sentía y sus nervios, haciéndole ver que no tenía nada que temer por las cosas tan bellas que le había dicho - pero yo...- dijo ella mientras su rostro se ensombrecía por la tristeza que en ese momento le abatió - debes saber la verdad...yo no soy humana...soy una diosa de los bosques...de las flores...por eso no he vuelto en todo este año...solo puedo estar en este mundo durante la primavera...cuando las flores necesitan mis cánticos para salir y mostrar su belleza...está prohibido que el resto del tiempo yo esté aquí con los humanos...aunque me dejase llevar por lo que siento por ti y decidiera que estuviésemos juntos...sólo podríamos vernos cada año el tiempo que durase la primavera...
Él se quedó mirando a la muchacha mientras esta se explicaba y cuando terminó no pudo añadir palabra alguna, simplemente le acarició el rostro con ternura, acercó su rostro lentamente al de ella y finalmente juntó sus labios dándole un beso en el que le demostraba todo el amor que sentía.
Las raíces de alrededor comenzaron a salir de la tierra para rodearlos, mientras las flores de nuevo abrían sus capullos y los árboles mecían sus ramas ante aquel beso que marcaría su amor para toda la eternidad.

La primavera pasó rápido para ellos, pero cuando terminó, entristecidos, tuvieron que despedirse, sabiendo que tendrían que esperar un año para volver a verse.
Pasaban los meses y ambos se añoraban enormemente. Ella le dejaba muestras de su amor desde su mundo haciendo que las plantas de su casa nunca se marchitaran y estuvieran más bellas que las de cualquier otro lugar, sobre todo un rosal que ella le regaló a él antes de su partida y que él tenía en su habitación, junto a su cama, al cual, todos los días, le deseaba las buenas noches como si hablase a su amada. Y él, cada día, iba a su lugar de encuentro antes de volver a casa y hablaba a las flores sabiendo que su amada le escuchaba desde donde quiera que estuviera.

Al fin pasó el año, volvió a ser primavera y los amados se volvieron a encontrar en el mismo lugar de siempre, pasando de nuevo los mejores días de su vida mientras la primavera duraba.
Y así, año tras año, se esperaban mutuamente, cada uno en su mundo, ansiando volver a verse, y consolidando su amor cada día que pasaba, incluso aunque no lo pasasen juntos.

"On Abatar Ura Masarakato On-Gataru"