Érase una vez una chica que nunca sonreía, su rostro siempre estaba apenado, dolido, cabreado incluso, pero nunca feliz.
Pasaban los días de la vida de esta chica sin que nada ni nadie pudiera llegar a causarle una sonrisa, ni el más mínimo amago de que sus labios fueran a mostrar una sola mueca en señal de felicidad.
Cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo incluso, eran una carga para ella. Estaba cansada de seguir así, tan cansada que locuras se paseaban por sus pensamientos constantemente. Ya no sabía qué hacer, no aguantaba más ese peso, y no había nadie que pudiera ayudarla a llevarlo.
Tras meses y meses así esta chica ya no podía más, no tenía nada por lo que luchar, no tenía nada...hasta aquel día lluvioso, aquel día...en el que le conoció.
Comenzaron a hablar, día tras día, noche tras noche. Gracias a él volvía a reír, volvía a tener algo por lo que vivir, algo por lo que luchar, algo por lo que aguantar al fin, y sobre todo...alguien a quien amar.
Se pasaban días enteros hablando, días enteros riendo ambos, juntos, felices. Por fin aquella solitaria muchacha volvía a mostrar su sonrisa, aunque solo fuera a él, por fin había dejado de estar sola.
A ella dejó de pesarle tanto la carga porque ya tenía alguien con quien compartir el peso, y él se propuso y le prometió pasar el resto de sus días junto a ella y hacerla feliz.
Cuando estaba con él se le olvidaban todos sus problemas, ya no se sentía sola, si no amada, ya no lloraba cada día, si no que reía.
Ahora ella era feliz, y lo fue el resto de su vida, gracias a que la pasó al lado de ese chico tan maravilloso que le había devuelto las ganas de vivir.
"On Abatar Ura Masarakato On-Gataru"
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