Las primeras luces de la mañana entran por los huecos de la persiana atacando mi sueño como si se trataran de pequeñas gotas calientes de agua bañando mi rostro.
Entonces me giro, evitando el contacto de la luz, dispuesta a seguir durmiendo, y te veo, lo que hace que automáticamente el sueño desaparezca y las ganas de seguir soñando se transformen en ganar de estudiar cada milímetro de ti mientras duermes aún, a mi lado, calmado y tan perfecto como solo tú puedes ser.
Me giro lentamente para no despertarte hasta poder colocarme de lado, con la cabeza apoyada en mi mano y mi codo en tu cama.
Cada parte de tu cuerpo me encanta, así es que, aprovechando esta situación, lo recorro lentamente con la mirada disfrutando de este momento. Empiezo por tu pelo, tan suave y que tanto me encanta acariciar, al igual que a ti te encanta que lo haga por lo mucho que te relaja; tus ojos, tan pequeñitos pero tiernos, sobre todo cuando me miras como tú solo sabes, con esa expresión de amor y ternura que tanto me enamora; tu nariz, pequeña y adorable, como tú cuando nos ponemos a hablar como niños pequeños como si aún lo fuéramos; justo al lado, la luberru, nombre que utilizo para llamar a tu lunar-berruga, que tanto me gustó desde que te conocí por lo graciosa que me parece; tus labios, esos labios tan perfectos que pueden hacer conmigo lo que quieran, matarme de amor con sus palabras o estremecerme de placer con su tacto; tu pecho, el que me encanta acariciar centímetro a centímetro disfrutando de su suavidad; tu entrepierna, que me da un placer de tal magnitud que no creía posible que se pudiera sentir; y finalmente tus piernas, en ocasiones fuertes y en ocasiones más tiernas que el primer diente de león de la primavera.
Nunca me cansaré de observarte, jamás, y por eso lo hago, hasta que te despiertas y me miras con esa sonrisa, oh, esa sonrisa que me vuelve loca de amor, que hace que el cielo más negro se despeje de golpe, que la lágrima más pesada desaparezca y que la pena más grande se transforme en pura felicidad. Esa sonrisa que me encanta provocar. Justo esa. Nada más que esa.
Y me besas, por supuesto que me besas, con ternura, pasión y el amor más grande que se pueda explicar. Y sin siquiera levantarnos de la cama nos perdemos bajo tus sábanas, disfrutando el uno del otro como sólo nosotros sabemos hacer, porque somo así, porque somos dos caras de una misma moneda, y por eso solo nos podemos hacer feliz mutuamente, porque somos inseparables, ahora y para siempre.
"On Abatar Ura Masarakato On-Gataru"
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