Hoy trabajando no he podido evitar recordar un tiempo pasado, en estas mismas fechas, en el que yo no era yo, si no que la yo que soy ahora me encontraba, digamos, en una neblina espesa de la cual no podía salir (haciendo referencia a mi libro favorito con esta metáfora).
Ese recuerdo, de la yo que no era yo, llamémosla "ella", es duro, pero al mismo tiempo es una lección, la lección de que no solo nunca se debe dejar de soñar despierto, de tener ilusiones, si no que además, por mucho que no se quiera, se hará.
Comienzo pues la historia recordada:
"Ella pasaba los días trabajando, sin más, o trabajaba o veía series o películas en el ordenador, y así pasaban los días, de la manera más lenta posible. No tenía fuerzas de seguir pero lo hacía. El trabajo se le hacía interminable. Cuando se encontraba en casa solo deseaba que se acabara ya el verano, y cuando se encontraba en el trabajo solo deseaba volver a casa. Y así iban pasando los días, cada cual más duro. Y entonces, en ese mundo que la torturaba a cada minuto, sin darse siquiera cuenta, comenzó a soñar despierta en el trabajo.
Entre carne y pescado crudo, pasta, calores, salsas, sonrisas fingidas a clientes...se sorprendió a sí misma imaginando que de repente aparecía ante ella la única persona que podría alegrarla de verdad, y que le diría: "hola cielo, ¿me pones pasta rellena con boloñesa?"; simplemente eso, y con el mero hecho de imaginárselo ya se quedaba sin respiración, ansiando que un día ese sueño se hiciera realidad. Pero, obviamente, nunca llegó a ocurrir."
"On Abatar Ura Masarakato On-Gataru"
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