Saga: No.
Autoras: Chimamanda Ngozi Adichie y Marina Garcés.
Editorial: Random house.
Páginas en papel: 49.
En esta ocasión Chimamanda no habla de feminismo, pero habla de algo igual de importante.
A ver, esta reseña va a ser complicada, porque en parte estoy cabreada pero en parte me ha encantado, así que vamos a ir por partes y así me explico extensa y claramente.
Empecemos por mi enfado. Estoy tremendamente cabreada porque con este libro me han estafado, es más, están intentando estafar a todo aquel que lo vea en la librería y sin mirarlo demasiado por dentro lo compre porque, en fin, es de Chimamanda (ese fue mi caso, de hecho). Pues bien, resulta que este libro no es exclusivamente de ella, es más, ya lo habréis visto en los datos que he puesto del libro, y sí, este libro tiene otra autora, Marina Garcés, la cual, por cierto, es todo lo contrario a Chimamanda, es decir, una persona que aburre hasta la saciedad con sus palabras, además de que seguro que se lía ella sola al contar las cosas, porque por dios, menuda cantidad de letras juntas más confusas.
Vamos, que no sólo me han engañado, sino que encima me han colado a esta señora, que ni me sonaba ni quiero saber nada de ella, con sus mierdas. Y no os creáis que son dos o tres páginas, no, no, es más, ¡ojalá!, pero para nada, ¡el discursito de esta señora es medio libro! Que a ver, gracias a dios este libro es muy peque, pero Marina Garcés, aún así, ¡es infumable! ¡Si casi abandono la lectura cuando iba por la mitad de su parte! ¡De un libro de 49 páginas y del tamaño de la palma de mi mano! Argggg, en serio, cabreadísima estoy, pero ya que lo he soltado mejor pasemos a hablar de otra cosa que valga la pena.
Y esa otra cosa es, obviamente, la maravillosa parte de Chimamanda. Tenía serias dudas sobre si hacerme con este libro o no, ya que el tema, aunque es interesante, no me llamaba tanto como el de los otros dos libros que he leído de la autora, pero dios mío, menos mal que me animé a comprármelo, porque en serio, lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a crear una obra maestra.
Y en fin, como me he enrollado bastante despotricando paso a la conclusión, que es, básicamente, que la parte de Chimamanda es absolutamente perfecta y la de Marina Garcés aburrida como ella sola (las puntuaré por separado en la entrada de las lecturas mensuales de abril, avisados estáis, porque soy incapaz de hacerlo de otra forma; además de que sería muy injusto para Chimamanda).
¿Habéis leído el peligro de la historia única, queridos lectores? Si es así, ¿a vosotros qué os pareció? Y si no lo habéis leído, ¿tenéis pensado hacerlo?
"Que prosigue el poderoso drama y que tú puedes contribuir con un verso"
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