Un día más, como todos desde que conoció a esa extraña y bella chica, el muchacho se dirigió desde su universidad hasta el parque de Calisto y Melibea, donde seguro ya se encontraría ella allí.
Este día, ya que estaba cansado de hacer el mismo recorrido siempre, decidió probar otro camino para ir al parque, estando seguro de que no retrasaría su llegada al mismo. Cuando iba alegremente por el nuevo camino observando con atención su alrededor su mirada se posó en una pastelería que se encontraba a unos metros de él, en su camino, y en la que decidió detenerse a mirar los exquisitos pasteles que mostraban en el escaparate.
Había una galleta en particular que llamó su atención en mayor medida. Era una simple galleta, de mantequilla seguramente, sin color alguno, pero con una forma especial. Tenía la forma de un Cupido, un pequeño Cupido, del tamaño de la palma de una mano, plasmado en una galleta que realmente parecía la más deliciosa de todo el escaparate. Sin poder aguantar más entró en la pastelería y compró una de aquellas curiosas galletas para su nueva amiga, ya que le recordaba enormemente a ella.
Al llegar al parque, bolsita de la pastelería en mano, allí se encontraba, como cada día, su amiga, en el mismo lugar en la misma posición. Al acercarse a ella él también dejó sus cosas en el banco en el que se encontraban las de ella, excepto la galleta por supuesto, la cual aferraba con fuerza y algo de nerviosismo por no saber si a ella le gustaría el detalle.
-Siento haber llegado tarde hoy - cuyas palabras, a la espalda de la chica, provocaron que esta se girase instantáneamente.
-No te preocupes, apenas son unos minutos - dijo sonriéndole ampliamente al ver que se trataba de él.
-Te he traído una cosilla por cierto, espero que te guste - se apoyó junto a ella en la barandilla como de costumbre y le tendió la bolsita con la curiosa galleta.
-Vaya, muchas gracias, eres muy amable - cogió la bolsita claramente ilusionada por el regalo y miró dentro de ella, tras lo cual de nuevo su sonrisa se amplió y sacó la galleta colocándola en la palma de su mano y mirándola fijamente.
Entonces el muchacho también miró la galleta, con la sorpresa de que ahora ya no era incolora, si no que el corazón que hace función de punta de la flecha de Cupido ahora era de un rojo intenso precioso sin lugar a dudas. Instantáneamente se quedó sin habla. Estaba seguro de haber mirado bien aquella galleta en la pastelería y de que no tenía absolutamente nada de color, pero allí estaba, frente a él en las manos de su amiga, con ese pequeño corazón rojo.
-¡Muchas gracias! - le dijo ella con ímpetu abrazándole aún con la galleta en la mano con cuidado de no romperla, pero al notarle algo raro se separó de él ligeramente y le preguntó extrañada - ¿pasa algo?, me ha gustado mucho de verdad, las esperas se hacen más cortas con el estómago lleno - dijo mientras le dedicaba una nueva sonrisa a su amigo algo confusa aún por su reacción.
-No, no, me alegro de que te haya gustado de verdad, me acordé de ti al verla en la pastelería, es solo que... - tomó la mano de la muchacha con la que esta sujetaba la galleta y se quedó mirándola fijamente, en particular al pequeño corazón rojo intenso que juraría que antes no estaba ahí.
-¿Quieres un cacho? - preguntó sonriéndole al darse cuenta de la razón de la reacción del chico - podemos compartirla - tras estas palabras, y sin que su sonrisa se ensombreciera ni un ápice, partió al Cupido por la cintura, ofreciéndole a él la parte de arriba, en la que se encontraba el corazón que tanto le intrigaba.
Éste cogió la galleta, sin ser capaz de pronunciar palabra alguna y comenzó a comérsela, apoyándose, al igual que ella, de nuevo en la barandilla mirando a la nada, como cada día a la misma hora en el mismo lugar.
"On Abatar Ura Masarakato On-Gataru"
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