miércoles, 2 de enero de 2013

Dormida (mini relato)

Caminaba por un bosque, pero no un bosque tenebroso ni putrefacto, no, todo lo contrario, un bosque precioso, lleno de luz, colores y vida.
Estaba tan absorta en aquel mundo tan perfecto y bello que ni siquiera se percató de que alguien la observaba.
De pronto un ruido a su espalda, una rama rota quizás, que la hizo volverse bruscamente y escrutar con la mirada entre la multitud de árboles buscando al responsable, pero no vio nada. Siguió buscando un rato, paseándose entre las plantas, pero nada.
Sonrió, cerró los ojos unos instantes mientras centraba sus pensamientos en otro lugar.
Cuando abrió los ojos ya no estaba en el bosque, ahora se encontraba en una pradera llena de margaritas, y un poco más abajo, en la misma montaña, cientos de ovejas pastaban calmadamente.
Sonrió de nuevo; aquello era perfecto. Se tumbó entre las margaritas a mirar el cielo azul, el cual de pronto se oscureció dejando ver todas las estrellas que formaban el firmamento. Se quedó absorta y llena de felicidad mirándolas pensando que podría pasar la eternidad en aquel lugar.
De pronto todo empezó a temblar, pero ella no se asustó, sabía perfectamente lo que pasaba. Un ruido estridente llenó el prado, aunque las ovejas ni siquiera se percataron, y no se extrañó de ello, ya que ellas no podían oírlo.
Cerró los ojos de nuevo, y cuando los abrió ya no estaba en el prado, se encontraba dentro de una habitación, en su habitación. Con desgana y decepción se levantó lentamente.
Estaba harta de despertar, de volver a la realidad, a aquel infierno que todos llaman realidad.

"On Abatar Ura Masarakato On-Gataru"

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