Aquella mañana el cielo había amanecido cubierto de nubes. Estaba claro que llovería, pero se quedó dormido, y salió tan rápido de casa hacia la universidad que olvidó coger un paraguas.
Tras todo el día de tormenta y abundante lluvia mientras estaba en clase al fin llegó la hora de reunirse con su amiga. Puesto que llovía tanto la gente estaba aglomerada en la universidad y entre unas cosas y otras se le hizo tarde. Cuando se dio cuenta salió corriendo sin pensárselo dos veces bajo la lluvia hacia el parque donde estaba seguro de que ella le estaba esperando.
Había pasado ya media hora de más y llovía a mares cuando él llegó al parque y empezó a buscarla con la mirada. No estaba donde siempre, ni en los bancos de alrededor, lo que le abatió completamente.
Tras quince minutos buscándola finalmente se rindió, se apoyó en la barandilla donde siempre hablaban y se quedó mirando a la nada bajo la lluvia, triste, sintiéndose culpable incluso por haber llegado tan tarde. Pero cuando ya estaba dispuesto a irse escuchó la voz de la muchacha proveniente de detrás de unos arbustos, bajo un árbol en el que ella intentaba cobijarse de la lluvia sin lograrlo:
-Yo también he olvidado el paraguas - dijo mirándole con incredulidad y sin poder evitar demostrar preocupación en su rostro por lo mojado que estaba aunque ella también estaba empapada.
Él ni siquiera dijo nada, simplemente se acercó a ella y la abrazó con todas sus fuerzas mientras le susurraba con ternura al oído: "lo siento mucho, no volveré a llegar tarde. Jamás".
Ella se quedó sin habla. Era la primera vez que tenían tanto contacto el uno con el otro, y apesar de estar ambos completamente empapados sintieron un calor tan reconfortante que estuvieron abrazados durante horas bajo la lluvia.
De pronto dejó de llover, y es lo que hizo que volvieran en sí. Se separaron lentamente mirándose a los ojos hasta que finalmente sus cuerpos ni se rozaban, aunque ambos seguían sintiendo ese calor en el cuerpo que no querían que se fuera jamás.
Entonces él la agarró de la mano y le hizo un gesto con la cabeza sonriéndola para que le siguiera, y ella lo hizo sin dudar.
Salieron del parque agarrados de la mano hasta una parada de autobus, en la que él buscó en su carpeta un trozo de papel seco y se lo dio a ella junto con un bolígrafo. Ella automáticamente dividió el papel en dos, escribiéndole en uno de los dos trozos su número de teléfono, y el otro se lo devolvió cediéndole el bolígrafo de la misma manera que él lo había hecho antes. Él sonrió y apuntó su número en el papel en blanco, guardándoselo a ella después en el bolsillo del pantalón mientras le daba un beso en la mejilla en señal de despedida.
De nuevo se separaron lentamente mirándose fijamente a los ojos, y cuando sus cuerpos ya no se rozaban ella se dio la vuelta con una sonrisa en el rostro y se fue, y él, tras perderla de vista, hizo lo mismo.
"On Abatar Ura Masarakato On-Gataru"
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