Aquel
día era sábado, por lo cual no estaba seguro de que ella fuera a ir al
parque como siempre y él se debatía entre mandarle un mensaje para
preguntarle o simplemente ir a esperarla sin más. Finalmente,
tras mucho pensarlo, miró el reloj, eran las 12:00 de la mañana, cogió
el móvil y comenzó a escribir el mensaje. Escribía y borraba una y otra
vez, sin estar seguro de cómo preguntarle si ese día se verían, ya que
además se trataba del primer mensaje que le mandaría.
Tras
veinte minutos modificando el mensaje finalmente dio con el apropiado,
el cual decía: "Buenos días guapísima, ¿nos veremos hoy de nuevo?, la
verdad es que me encantaría si a ti también te parece bien", y con la
mano temblorosa pulsó el botón "enviar", tras lo cual dicho temblor se
extendió por todo su cuerpo.
Se sentó
en la cama de nuevo, móvil en mano, esperando nervioso la respuesta de
ella, la cual apenas tardó unos minutos, aunque a él le pareció una
eternidad, y dicho mensaje decía: "Buenos días encanto, por mi encantada
la verdad, nos vemos a la misma hora donde siempre ;)". Su corazón iba a
estallar de felicidad cuando leyó aquellas dulces palabras de su
preciada amiga. Sin esperar un instante más se fue corriendo a la ducha
para comer cuanto antes y que no se le hiciera tarde.
Las
horas que pasaron desde que recibió el mensaje hasta que llegó el
momento de ir al parque le parecieron años, pero al fin salió de casa al
encuentro de su amiga.
Al llegar al
parque el corazón se le detuvo. Estaba cerrado y ella no se encontraba
allí, aunque pasaban 5 minutos de su hora de encuentro, ya que le habían
entretenido por el camino unos conocidos.
Miró
a todos lados nervioso y temeroso de que ella al ver la puerta cerrada y
no encontrarle allí a la hora fijada se hubiese ido.
Tras
otros 5 minutos y justo cuando iba a rendirse y a volverse abatido a
casa ella apareció corriendo por la esquina de la calle que iba hacia la
puerta del parque. En cuanto estuvo lo suficiente cerca de él como para
que le escuchase dijo con la voz entrecortada por el cansancio de la
carrera que acababa de darse:
-Lo...lo siento...el bus...tardó...tardó demasiado...
Él inmediatamente y sin dejarle decir palabra alguna más la abrazó sonriendo, tras lo cual añadió:
-No te preocupes preciosa. Hoy no tenemos el parque, ¿nos damos una vuelta?
Ella le devolvió la sonrisa y tomando su mano ambos se fueron paseando y hablando alegremente.
Fue el primer día que se juntaron fuera del parque, y para ambos fue maravilloso.
"On Abatar Ura Masarakato On-Gataru"
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